El Reino del Agua


Algunas aclaraciones previas

El concepto de “reino”. Los cinco reinos mutantes a los que hace referencia la Medicina Tradicional China son en realidad cinco estados o fases, cinco aspectos de la Energía en su ciclo de manifestación y actividad. Uno de ellos, el primero, es el Reino Mutante del Agua.

El concepto de mutación. Hace alusión al hecho de que cada reino al transformarse en el siguiente le genera pero también pervive en él. El reino generado conserva la memoria de su “progenitor”, la incorpora y aporta su propia forma. Todo junto pasa al siguiente. Algo similar a lo que sucede de generación en generación de padres a hijos.

El Agua, nuestra agua, tiene el secreto del sentido de nuestra existencia en este mundo, en este tiempo y sus coordenadas geográficas e históricas. "Sabe" la función que solamente nosotros podemos realizar. La Medicina Tradicional China dice que todo cuanto existe tiene su actividad particular en función de su naturaleza y tiene que actuar de acuerdo a ella para sentir bienestar.
Irónicamente el Hombre es la única criatura capaz de no funcionar de acuerdo a su naturaleza sin embargo el resto de las cosas son naturalmente como son y cada una de ellas actúa de acuerdo con su propia naturaleza. El árbol da sombra sin opinar acerca de a quien beneficia. La lluvia empapa cualquier cosa que esté bajo ella. Las cosas no piensan, no calculan, no tienen intereses personales. El Hombre sí.

Para acceder a nuestra naturaleza necesariamente debemos volvernos inocentes y desaprender.

Más en concreto: Todos queremos saber por qué estamos aquí, cuál es nuestra misión en la vida, aquello que hace que demos por buenos incluso los malos momentos. Quienes lo saben son fáciles de identificar: sus vidas están llenas de sentido. La percepción de su propósito existencial les da fuerzas para superar los malos momentos y alegrarse en los buenos. Brillan incluso en los peores momentos.

Una vida sin propósito es una vida que se enfanga entre la depresión y la ansiedad. Cuando vemos con claridad cuál es nuestra naturaleza, de pronto, todo está bien aunque esté mal. Por dentro estamos seguros y a salvo. Esa es la promesa del Agua, el tesoro escondido en el Reino del Agua y cuando lo encontramos, descubrimos también que tenemos las herramientas necesarias para hacer eso que sabemos hacer y para lo que estamos naturalmente dotados. Son los atributos del Agua: la responsabilidad, la generosidad, la adaptación, la firmeza suave, la conciencia clara de la orientación y el rumbo a seguir.

Porque rumbo y meta no son la misma cosa. La meta es el punto de llegada; el camino es cómo llegar; el rumbo es la dirección, el sentido. Y para ello necesitamos algo que nos lo señale, que nos vaya llevando.

En el Agua encontramos la orientación, el camino y la meta. Obtenemos ese conocimiento incorporado posteriormente a la Madera para iniciar el movimiento.

No es fácil siempre, aunque sea simple pero sí hay algunas indicaciones que nos pueden ayudar a encontrar cuáles son nuestros “talentos”, aquello que hacemos con toda facilidad y naturalidad, que llena de alegría nuestro corazón, aquello que nos gusta tanto hacer y hacemos casi sin querer.

Se manifiesta con toda claridad en la infancia y más tarde se va cubriendo de esquemas aprendidos que sirven durante un tiempo y luego dejan de hacerlo, de normas que dejaron de ser útiles...

Pongamos que de pequeños lo que más nos gustaba era cotillear... tal vez de adultas fuéramos buenos periodistas. O bordar con hilos de colores, o cocinar ricos platos, o saltar cada vez más lejos, cada vez más alto, o teníamos la capacidad natural de decir la palabra que animaba... Recuerda qué era aquello que hacías de forma natural y sin esfuerzo (y no es lo mismo que sacrificio, pero eso lo dejo a vuestra reflexión). Porque lo que “tenemos” que hacer suele coincidir con lo que nos gusta tanto hacer...! Son aquellas cosas que realizamos sin sacrificio. No en vano el Reino del Agua se agota cuando vamos contra nuestra corriente, cuando nos esforzamos tanto en lo que no nos corresponde -aunque sea con una mal entendida “buena intención”-, que nos sacrificamos y hay sacrificios que son sinónimos de suicidio: cuando, por ejemplo, usurpamos la actividad del otro, cuando nos apropiamos indebidamente de la responsabilidad de otro y aceptamos cargas que no son nuestras en nombre de una mal entendida "buena voluntad".

El miedo
El miedo es la emoción patológica del agua porque...¿qué sucede cuando falta la fe, la seguridad en nuestro camino o, sencillamente cuando no lo conocemos, cuando no nos hemos apropiado del mensaje de nuestra agua? Se produce el miedo. Un miedo especial que se corresponde con la duda y la inseguridad.

No la duda de la indecisión en la acción que pertenecería a la patología de otro Reino, sino la duda que proviene de la falta de certeza. Y la única forma de encontrarla es buceando en el Agua.

No es el miedo-cautela frente a algo que puede amenazar, o lo hace realmente, nuestra supervivencia.
No es el miedo-guardián que impide que hagamos cosas perniciosas para nosotros o para otros. No, es el miedo por falta de confianza, el miedo-inseguridad. La alerta extrema del que piensa erróneamente que todo está bajo su control y que todo tiene que ser como él piensa que debe ser.

Habrá que entusiasmarse, habrá que entrar en nuestra agua y preguntarnos sobre el sentido de nuestra vida y obtener una respuesta y ponernos manos a la obra, alegres y seguros.

Cuando el hombre encuentra su destino, su función, su forma concreta de hacer, produce actos que son buenos porque lo son para él, lo son para los demás y lo son para todos en definitiva.

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